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Vuelve tu risa de niña y enciendes la vida.

Mi habitación monta una fiesta con tu llegada y hasta los muebles bailan.

Regresas otra vez, y te siento de nuevo, aquí, en este colchón tan lleno de ganas de que te tumbes sobre él. 

Entonces el instante se paraliza,

cuando tus labios vuelven a saludar a los míos,

y se confiesan en un beso, lo mucho que se han echado de menos. 

Y otra vez vuelve a pasar por mi habitación la pasión, las caricias, las conversaciones, las risas y las miradas, los suspiros y los gemidos, dormir profundamente contigo a mi lado, despertarme, mirarte y entender a todos esos enamorados que hablan del placer que produce ver dormir a tu pareja, cantar Andrés con la luz apagada, desear que no llegue el momento de la partida, vivirnos como un sueño.