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martes, 5 de julio de 2016

Los duendes.

Ya puedes ir matando a todos los duendes del universo; es imposible que no exista magia entre nosotras.

Tu habitación sigue ahí,
en el mismo sitio,
en mi cabeza.
El olor a incienso me atrapa,
como la primera vez.
Los relojes de mi vida se paran,
en ese mismo instante en el que regreso a tu habitación.
Nos hablamos de nuestro amor y me descubro enamorándome de nuestra historia, evito el contacto de tu piel porque sé que es el fuego a mi mecha, y mientras te hablo de lo segura que me siento de mí misma...
Sé que si me tocas todo gira, si me miras revives amor
y no, no es lo que toca.
Pasamos la noche hablando de lo que no fue, de las personas que creemos haber amado después de nosotras.
Aseguro que es mejor así, que las relaciones no son mas que un invento social, lo aseguro mirándote la boca.
Del mismo modo, sé lo que no quiero, y lucho con contradicciones.
Aviso de mi retirada, salvándome justo a tiempo de la tentación, me miras y me dices:
-Va, quédate a dormir. ,
Me haces un hueco en el mismo sitio en el que antes nos amábamos, me abrazas y me atrapas en la sensación de estar en casa, en el hogar, en tu cuerpo.
-Me marcho ya.- Te digo con la boca.
``Ya puedes ir matando a todos los duendes'', pienso.